sábado, 9 de febrero de 2019

Un Atrapante LIbro




Hay una señora mayor que si no sale a caminar, si no tiene médico o no tiene visitas, entre las 15 hasta las 19 hrs. dedica su tiempo a leer.
Un día, como todos sus días, deambulaba por su patio trasero sin tener nada que hacer. Miró el parral de uvas; era verano, sin embargo todavía no estaban del todo maduras. ¿Cómo podría esto suceder? Seré paciente, pensó. Entró a la casa, la canilla de la cocina goteaba, la cerró, también miró su alrededor, e hizo apenas algunos movimientos, para dejar algunas cosas en su respectivo lugar. Siguió la minuciosa inspección, entró al living. Había una gran alfombra en el centro y una persiana entrecerrada. En un sillón marrón que da su espalda a la ventana se sentó ella. Vió el libro recordando lo último sucedido y se preguntó: ¿cómo el personaje podrá escapar? La señora se sentó en aquel asiento, se puso sus lentes y comenzó a leer el cuento.

El detective Matguber siempre estuvo encerrado allí… creía que podía escaparse y ese pensamiento le causaba cierta culpa. Muchos como él estaban encerrados pero a diferencia ellos no creían que podían escaparse, se acostumbraron tanto que se olvidaron de la libertad. Él no podía moverse por sí sólo, ni siquiera pensar… una fuerza que podía más que él, lo invadía.
Pero una vez pensó; en que eran innecesarios algunos movimientos que hacía.
En un momento debía, estaba obligado, a sentarse en la escalera y mirar hacia el suelo, pero no, él miró hacia el cielo gris que parecía un folio usado, sus pies se movió, pero porque él quiso hacerlo, los pasos que dió los sentía pesados, sus pies casi no podía levantar, debido a que luchaba contra su destino.
Los pies de la señora comenzaron a hamacarse, se levantó para tomar agua y continuó su lectura. Sus lentes reflejaban las palabras que leía, ella no entendía donde Matguber estaba encerrado, como había Alguien que podía manipular sus movimientos e imaginaba como él podría escapar.
El personaje, al notar que tenía control de sí, comenzó a escribir… ahora él continuaba la novela y, supuso que Alguien se ofendía por esto…

Los lentes ahora le brillaban, deteniéndose ante las palabras que escribía Matguber, algunas aparecían en cursiva… La veterana fue por lápiz y papel, comenzó a anotarlas, juntas decían esto:

“¿Tú no serás como yo, un producto de la imaginación? ¿Cómo puedes estar seguro de que tú no eres el personaje de un cuento? ¿Cómo podríamos escapar, saliendo hacia la realidad?
Seguiremos en contacto.
Anton Matguber”

Los nervios de la señora aumentaron, igual que la velocidad con la que se hamacaban sus piernas. ¿Podría ser todo eso cierto? pensó.
Mientras que Yo al ver que todo se me iba de las manos, y de que ellos podían pensar en una salida, me dude en algo… y luego decidí dar por terminado mi cuento.
Federico Ferreira

Androide


¡Riiiinnnggg! Había sonado el timbre de la fábrica, por lo tanto, los obreros por un tiempo iban a descansar mientras que los androides seguían trabajando. En ese poco tiempo hablaban de como mejorar los índices de de ventas. Un androide pasó entre ellos y sin querer oyó a un hombre que siempre hacía reír a los demás compañeros, de él escucho uno de sus chistes y todos rieron, menos el androide... él, no había entendido el chiste, pasó mucho tiempo mientras seguía trabajando y trataba de entender pero cada vez le encontraba menos sentido. Empezó a cuestionarse porqué se divertían de desgracias, porqué reían, como lo hacían y porqué a veces se burlaban de su misma especie. Él era de las últimas series de androides más inteligentes y más fuertes que se habían creado, pero siendo mejor que un humano no podía comprender ni siquiera un chiste, y eso le causaba algo parecido, quizás, a la frustración.Al otro día, seguían trabajando y la Computadora Madre que controlaba a todos los androides le detectó razonamientos inapropiados, diferentes... entonces fue llamado para que fuese revisado.¡Riiiinnnggg! los trabajadores salieron. Él, se encontraba en un corredor cuando vio a aquel hombre, el mismo que había contado el chiste el día anterior, y entonces el androide dijo:-Señor discúlpeme pero no comprendo porque los humanos se ríen de los chistes me es irrazonable y mi curiosidad (si la tuviera) quisiera sentir lo que se siente... Los dos comenzaron a caminar entre la multitud, cuando el hombre dijo:-No lo sientes porque no lo entiendes y no lo entiendes porque no te permiten hacerlo... aunque yo no debería hacerlo... -empezó a vacilar- Y entonces él tropezó y cayó. Al levantarse del suelo comenzó a dar carcajadas y también sus compañeros que estaban a su alrededor, el androide se perdió entre los humanos mientras continuaba su marcha y una profunda sonrisa, se delataba en su cara.

HERMES



Les contare una historia que remonta en el año 395 a.C. en el Monte Olimpo cerca de la maravillosa Atenas. Allí vivían los dioses de la mitología griega, unos de ellos era un servidor y mensajero, su nombre era Hermes, él se encargaba de entregar la correspondencia sin demoras y de que llegara lo mas seguro posible, por lo menos así lo indicaba su padre Zeus.
Hermes llevaba un sombrero de oro tan chico que le apretaba su cabeza; (recuerdo que el hacia comentarios de que era eso lo que le causaba jaqueca), llevaba también unas sandalias haladas que le permitían volar grandes distancias.
Hermes fue un dios que protegió a los comerciantes y a los pastores, pero mucho antes de llegar a este cargo, comenzó desde abajo, guiando a las almas de los muertos al “Inframundo”.
En ocasiones parecía que estuviera revoloteando alrededor de uno como una mosca. Recuerdo que llevaba unas gafas rojas que como primera impresión, para un desconocido le resultaba muy raro.

Hace años Hermes, estaba muy aburrido, y creía que no tenia sentido ser un Dios, y que esto le diera la posibilidad de saberlo todo, entonces escapo del Monte Olimpo y fue directo a una cueva donde se iba a encontrar con alguien.
Entrando en la cueva no había luz y Hermes algo temeroso escucho:
- Acércate que ya nos encontraras… Voló acercándose en una inmensa oscuridad.
- He venido por…Y en ese momento todo se iluminó y apareció unas de las Parcas llamada Cloto que estaba tejiendo algo parecido como una larga bufanda.
- Ya sabemos porque has venido hijo mío, nosotras construimos el destino, lo sabemos todo, tu quieres estar en contacto con el pueblo de Atenas, ser uno más, uno de ellos… Ahora a cambio de eso, tienes que darme tus sandalias. Hermes acepto y se la dio.
- No sabes lo que haces. Le dijo Átropo, cortando con una gran tijera a aquello que parecía una gran bufanda.
Entonces las parcas mandaron a Hermes hacia Atenas.
Hermes apareció sentado en el suelo, y un vendedor le ofreció unas sandalias al verlo descalzo. Pero no llevaba dinero y el amable hombre le regalo un par que tenía. Trató de pararse pero perdió el equilibrio y cayó. Le dificultaba caminar pues nunca lo había hecho, y entonces aquel Dios quedo allí sentado, como un tonto en el ágora de Atenas.
Un hombre, con ojos saltones, bajito y con barba se le acercó y le preguntó:
- ¿Qué haces allí sentado?, te he estado observando, ¿Quieres que te ayude?
Hermes con la cara sonrojada le había dicho que no podía pararse para caminar.
El hombre le dijo:
- No te preocupes porque todos en algún momento debemos aprender. Algunos deberían aprender a callarse la boca, mientras otros deberían aprender a escuchar, algunos deberían aprender a sonreír y otros a llorar, algunos deberían quererse a si mismo, otros a Vivir, mientras que tú solamente tienes que caminar.

Pasaron muchas cosas entre ellos dos… y siempre filosofaban, el amigo de Hermes tenía un humor satírico, que en ocasiones no solía caerles bien a aquellos que recién lo conocían. Su amigo era un hombre que apreciaba mucho la vida, se pasaba parte del tiempo en esa plaza en donde se conocieron, allí conversaba y hasta tenia discusiones con la gente que se topaba, donde a veces algunos eran personas importantes de la ciudad.
Luego de algunos años llegaron rumores de que él despreciaba a los dioses, también se decía que había introducido un nuevo Dios, o que corrompía la moral de la juventud. Entonces su amigo ya no tan joven fue llevado a la justicia y fue condenado a muerte.
En sus últimos días de vida en la prisión, Hermes le preguntó porqué estuvo siempre en el ágora, y él contesto:
- Los árboles en el campo no me pueden enseñar nada.
- ¿Y cómo lo sabes? Agregó Hermes, pero su amigo le respondió dibujando una sonrisa.
- Sabes… que yo tengo una voz divina por dentro…
- Quizás no sea algo divino. Tal vez sea tu conciencia. Le respondió Hermes.
- ¿Y como sabes si no es algo divino? Le pregunto su amigo.
- Contéstame: ¿Si tu voz fuera algo divino, tú acaso no lo serias? A su amigo le costo en responder esta pregunta, pero de todas maneras le dio la razón. Ya estaba molesto, no le gustaba perder ni una sola discusión, pero escondió este sentimiento y le pregunto sorprendido. ¿Pues parece que tú sabes todo?
- Pues si.
- ¿Y cómo sabes? ¿Sabes de lo que están hablando aquellos carcelarios por ejemplo?
- Sí, lo se todo, nosotros los... Casi se le escapaba. Su amigo se dio cuenta y entonces le preguntó:
- ¿Dioses? Y Hermes afirmo con la cabeza, entonces ansiosamente pregunto: ¿Y tú que eres inmortal y tienes plena sabiduría dime por favor, como se ha creado todo nuestro alrededor?
- Los mortales lo van a tener que descubrir, yo lamentablemente no te puedo ayudar, sino dejaría de existir… Solo te diré que es tan simple que es difícil de imaginarlo. Y prosiguió. Todo lo que tú estas haciendo marcara un antes y un después.
Su amigo quedó maravillado.
- Lo que dices es tan valioso que lo tomare en cuenta.
Y quedó inmóvil y en profundo silencio, pensando en lo que Hermes le dijo, estaba tratando una vez más de encontrar una respuesta. Luego lo miro con cara de enojo y le gritó:
- ¡Me molesta saber que tú lo sepas todo! ¡Y me molesta tanto saber que yo solo sé que no sé nada!
Y entonces las carcajadas de Hermes sonaron por toda la cárcel, y luego le dijo:
- Sabes, a veces siento que quisiera no saber nada sobre todo, quisiera sentir curiosidad y apasionarme en busca de respuestas, a veces quisiera no saber nada; porque ya casi nada me sorprende. Pero ahora que te he conocido y estas a punto de morir quiero decirte que he sentido curiosidad por ti y también aprendí a trabajar una amistad, y eso es algo nuevo para mí. Así que ahora ya sabes que en realidad no todo lo sabía y eso me hace feliz. Dime, ¿con que más cosas me voy a encontrar en tu mundo? Pregunto Hermes.
- Yo lamentablemente no te puedo ayudar. Tú lo vas a tener que descubrir, es tan simple que sería difícil de imaginarlo. Te diré solo que la clave es disfrutar todos los momentos y ser una buena persona ¡y tú lo eres mi gran amigo Hermes! Vas a revelarlo no te preocupes, solo recuerda como empezases a caminar.

Federico Ferreira

Un Cuento Más...




Todos los sábados nos reuníamos en casa, era el día en que se reunía la familia y los amigos de papá.
Yo pertenecía a una humilde familia. Mi padre, trabajaba como obrero en una textil y mi madre era profesora en segundaria. Todo transcurría tranquilamente, mientras mi padre con sus compañeros en la mesa hablaban de temas que no llegaba a entender en aquel momento. Era 1973 el año en que aquello comenzó.

Cuando mi padre no estaba yo solía quedarme sola con mi madre jugando a las sopas de letras. Uno de esos días cuatro hombres entraron a mi casa, tiraron la puerta abajo y dieron vuelta nuestro universo. Recuerdo a mi madre desesperada en aquel momento, gritaba que se detuvieran, pero bastó un golpe para que ella cayera.
Yo era joven y sentía que no podía hacer nada.
Me preguntaron si sabia donde estaba mi padre, pero el miedo me había dejado incapacitada.

Me subieron a un auto, vendaron mis ojos con una tela que tenia un olor repugnante, luego no recordé más por un tiempo. Me llevaron a un lugar que parecía lejano pero ciertamente no sabía hacia donde estaba yendo.

Cuando desperté estaba en una casa con corredores largos. Parecían infinitos. Había habitaciones a los lados, como si todo fuera un oscuro laberinto. Caminé con cierto agobio por aquel corredor. Vi salir a dos mujeres de una habitación, una estaba embarazada.

Estaba en un cuarto oscuro sin saber lo que pasaba. Sólo oía gritos de mujeres y hombres. Con mis 17 años no entendía lo que sucedía y solo pedía que no me hicieran nada. Que no me pegaran y que ni siquiera me tocaran.

Gritos, solo gritos en los corredores. La luz se prendía y se apagaba como pulsos arteriales…

Sólo pensaba por qué estaba allí. No entendía por qué. Tal vez era porque mi padre defendía sus derechos. Yo sólo sabía que a casa venía gente. Buena gente. Se reunían y hablaban, y que mis padres me decían que cuando fuera grande iba a entender.
¿Entender Qué? ¿Que me llevaron a la fuerza y tenía miedo?
¿Entender los gritos y los llantos de mujeres?

¿Entender a mi padre?, ¿No sería que por él estaba allí? ¿Por qué lo buscaban?

Pasaron cuatro días, y parecían eternos. Dos veces al día, venía un hombre que me traía agua y comida, pero yo no veía su rostro. Me preguntaba si sabía en donde se reunía mi padre y me repetía que no me iban a dejar salir.
Nunca vi su rostro.

Hasta que una mañana entraron y me pusieron una venda en los ojos, como la primera vez, tenía cierta sospecha de lo que me iba a suceder luego. Recordé lo que me decía aquél hombre sin cara, que iba a ser difícil salir viva de ahí…

Murmuré – ¿Dónde me van a llevar?, ¿qué me van hacer?
Parecía pasar toda mi vida en ese minuto. Recordaba a mis padres y sabía que podría ser el fin.

Partimos de la casa y concebí aquel viento puro y manso. Me subieron a un auto, nada me dijeron. Después de unas horas se detuvieron y en ese momento, le pedí a Dios que todo terminara. Sólo esperaba, ya no tenia miedo. Hasta que el auto se detuvo, me empujaron y me dejé derrumbar al suelo arenoso. Esperé…
Sentí que cerraban la puerta del auto y que se retiraban.
Me quité la venda, esperé un poco para poder percibir bien. Notaba que me encontraba en una playa. No sé cuál, fue todo muy ilógico, muy turbio.
Mientras veía el mar, divisaba a lo lejos a una persona, no podía distinguir su rostro, cerré los ojos, los abrí... y vi a ella, a mi madre, me rodeo con sus brazos, y lloramos… no hablamos, sólo lloramos.
-¿Por qué madre? ¿Por qué?
-ya esta hija todo ha acabado. Hace tiempo que no escuchaba su voz, solo la oía angustiada en mis pesadillas. Y al instante pregunte algo que no sé si tuve que haberlo hecho:
-¿papá donde esta? Sin necesitar ningún idioma, distinguí en sus ojos que comenzaron a afligirse y en ellos residía mi réplica. No quise hacer más preguntas.

Luego de una semana, dormía con la luz encendida, la oscuridad me generaba una inquietud alarmante. Con el tiempo no quise saber nada de mi padre, porque pensaba que me podría sentir aún más peor, pero de todas maneras siempre recordaba ha mi padre observando a través de la ventana.
Luego de unos días tuve que dejar lo que hacia poco tiempo volví a tener, mi madre me dijo que teníamos que ir a España, porque nuestra vida corría peligro, lo que me hizo alegar parte de mi familia y amigos, pero aún así nunca perdimos el contacto.

He llegado a mi país, lo veo igual que antes. Igual pero sin personas predispuestas a hacer aquel tipo de daño, pensaba estas cosas mientras se generaban silencios dentro de la camioneta donde estaban mis viejos amigos, que antes me habían recogido en el aeropuerto. Note algunos silencios mientras conversábamos, y era porque no queríamos hablar del tema.
Viajamos por un tiempo hasta llegar a un parque en el Cerro, donde hay un homenaje a los desaparecidos. Camine hasta allí y vi dos muros que me recordaba a un corredor, pero en este si había salida. Dos muros llenos de nombres que me hacían sentir como si estuviese dentro de una sopa de letras. Nombres y apellidos, apellidos y nombres, enfrente y detrás de mi, estaba rodeada por personas. Y finalmente lo vi, ahí estaba mí padre.




Federico Ferreira 2007


Por comentarios, o criticas envía tu Mails a Freequo@hotmail.com

El Efecto...



Pierde equilibrio…
y cae
adelante o atrás
mi figura pieza rectangular.

Caigo,
y empujo a uno
cae,
y Otros veintisiete más…
Uno a uno
uno y alguno
desplomados
ya.

Otros,
que caen jamás;
sus blancas marfiles formas
al costado se van,
cortando el mágico efecto
que creo y domino.

20/07/2009

El fantasma de Virginia


(Estos son los sucesos que imaginé y que no aparecieron en el cuento de Oscar Wilde "El fantasma de canterville". Espero que puedan entenderlo si no leyeron el cuento.)

Oh cuando recuerdo aquel día de septiembre, era niña en aquel momento. El otoño me colmó de recuerdos muy gratos. Yo era una bella joven que estaba floreciendo recién en el jardín de la vida, pero él no… su rostro más se marchitaba con el paso del tiempo.
Simón llevaba pesados grilletes, que lo encadenaban de algún modo a este mundo. Él deseaba sentir la muerte verdadera. Creía que si yo lloraba sus penas y lo acompañaba hasta el Ángel de la Muerte éste lo perdonaría pudiendo descansar en paz…
Recuerdo ese día, día en que el gélido aliento del viento revolvía la hojarasca colorida. Luego de prometerle a Simón que lo ayudaría y de besarnos en el salón de Tapices, él me condujo hasta la caverna. Adentro, minúsculas piedras en lo alto del antro centellaban, eran cientos, pareciéndose, al estar encima de nosotros, el oscuro manto agujereado del cielo. Pero la tenebrosidad poco a poco conquistaba nuestro alrededor; oía siniestras voces que perseguían mis oídos, volviéndome paranoica.
Vagamos perdidos en el sombrío laberinto, hasta llegar a la orilla de un precipicio, habíamos subido y bajado rocas, estábamos agotados entonces nos sentamos en su orilla…
- Oh Simón, ¿qué haré sin ti? No te das cuenta que si te marchas me dejaras sola, muy sola en este inmenso mundo, déjame irme conmigo. Déjame hundirme allí, en la fría muerte, sólo así te acompañaré siempre.
- No Virginia, no lo permitiré, debes apreciar tú vida, eres muy joven.
- Pero yo te amo Simón.
- (Se sonrojo) Y yo a ti mi pequeña, pero no puedes sacrificarte, todavía debes vivir… Prométeme Virginia que tú corazón será del duque Cecil, verán que serán felices; y júrame mi chiquilla que algún día estará conmigo tú alma.
- Lo prometo Simón. Contesté y me entrego un cofrecito y una cadenita que me la colgué en el cuello.
- Actúas como si ya no fueses un fantasma, te desenvuelves ahora con sentimientos, igual que un humano enamorado. Le dije.
- Si… Y ahora tendré otra razón de ser gracias a ti…
Me sonrió, me beso, y se desmoronó; lo vi caer, quise acompañarlo, pero no podía, me llene de amargura, de melancolía, trataba de verlo, no había caso, brotaron mis lagrimas que cayeron en su búsqueda… cayeron de a una al oscuro abismo. Se escucharon sombríos refunfuños en lo profundo. De pronto una tenue luz comenzó a acercarse, era el alma de Simón que resplandecía elevándose. Al estar a mi altura lo exclame y él sólo dijo:
- Te esperare.
Su radiante alma al fin en paz, continúo elevándose formando en aquel cielo una nueva estrella.

He disfrutado la vida como le prometí. Ahora mi piel está arrugada, como estaba la suya. Me siento sola. El recuerdo de un amor intangible me persigue. A veces en las frías noches aprieto mi cadenita, la que él me obsequió, y miro afuera, creyendo que va a aparecer. Pero no, sigue allá iluminando en lo alto.
Ayer mi hijo, el más chico, se me acercó preguntándome:
- ¿Amaste alguna vez a papá?
- (Me ruboricé) Ha respetado, y ha ayudado, mucho a tú madre… claro que lo quise… -pero no llegué amarlo- pensé, sintiéndome culpable.
Mientras se seducen, ensamblándose, están letras con éste papel, contemplo sola por mi ventana la luna pálida junto con el oscuro cielo añil.
¡Oh Simón de Canterville! Tú quien me ha enseñando que el verdadero Amor jamás se olvida.
Me despediré de este mundo, el Ángel de la Muerte tiene que venirme a buscarme hoy, o sino iré yo en su búsqueda…
El tiempo pasa, y poco a poco la Muerte me gana… y si me gana, también el Amor lo hará porque estaré con Simón eternamente.
Siento la muerte que me recorre.
La luna embellece ahora con su resplandor el almendro seco que parece querer brotar, sus flores blancas y rosadas.
La muerte me invade.
¡Oh Simón ya puedo verte!

6 de Abril del 2009
Federico Ferreira

sábado, 20 de diciembre de 2014

Cuerpo Zoológico

(Poema pegado enfrente del zoológico de villa dolores)

Soy un ave encerrado en una jaula
y veo al gorrión volar en la inmensidad celeste
y pienso en lo enfermo que debe estar
de tanta libertad
lo pienso porque soy un ave encerrado
acostumbrado entre barrotes oxidados
Soy un ave
y existe un cielo que me espera
pero que con mi cuerpo no podré volarlo…
a veces pienso que ésta tristeza con la que vivo
me va a matar
no quiero esperar a morir
para traspasar con mi alma éstas barreras
no quiero esperar a morir
para volar nuevos aires...
Soy un ave, soy un león, soy un mono…
Soy todos los animales encerrados
Porque soy un hombre encerrado
un hombre encerrado con dolores
dolores que hacen de mi cuerpo un zoológico
zoológico que no deja libre los animales que llevo dentro
No quiero que mi cuerpo sea un zoológico
porque mi cuerpo a veces
es un zoológico
que no encuentra equilibrio
que no encuentra libertad
Quiero sacar todos los animales que llevo dentro
Sacar
nosotros que inventamos las cerraduras
Sacar
nosotros que podemos abrir puertas
Quiero sacar
todos los animales que se llevan adentro
y dentro…

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Necesito una nueva ciudad


Necesito una nueva ciudad
una ciudad vacía...
porque veo que Montevideo
se llenó de recuerdos.
Necesito nuevos aires
mientras veo que el Sol se oculta en Buenos Aires…
y va cayendo el astro
arrastrando otra noche
sin voz
ni vos,
solamente solo
con mis pensamientos y el silencio
que nos aguarda esperar,
me concentro buscándote en versos
de hojas sueltas
que tu nombre no ha podido borrar,
ni con el electroshock más fuerte
que los malditos psiquiatras me quieran dar…
Sentís que debes odiarme
pero me amas…
menos mal…
porque sos vos
quien la cabeza me bancas 

09/12/14

lunes, 8 de diciembre de 2014

Fumate ésta

(María Carla Pippig tuvo la idea e hizo el diseño yo hice los diez poemas para que te lo puedas ir fumando... la cosa es así... cada cigarro viene con un poema. Jij la caja es hermosa.)

1

Pensé que había perdido mi lapicera
y encontré una aquí adentro…
escribí con la costilla más fina.

2

Yo en realidad no fumo,
empecé hoy,
para tener a alguien sobre mi boca.

3

Cuando una luz se apaga,
otra se escribe.

4

Todos buscamos amor,
algunos eructan o tiran pedos para combinar…
yo busco luz para escribir,
gracias por dármelo con tu pequeño encendedor.

5

Me pican los mosquitos y me hago pis…
Creo que pasaré por los músicos antes de que llegue alguien
porque jamás tengo nada armado para decir bien
yo si digo…
digo mal.
yo si digo…
digo mal.
Para eso llevo mis lapiceras.

6

Estoy en el pipi room
más quisiera
-para los entendidos-
estar en el Pippig Room…
y hay un espejo
pero no me gusta ni me gusto
no estoy acostumbrado
a verme.

  
7

Juego con la tapita de una botella
y de repente
el sonido de un bandoneón que me trajo tu rostro
y lloré
un río y un mar
que nos separa.

8

Me crié en la ciudad
que es hipocresía
la ciudad miente
la naturaleza no.
Yo busco mi verdad,
pero antes...
tomaré tu mano.

9

En mi casa nunca se cantó como en la tuya
por eso no soy cantante como vos,
mas tengo tanto
anudado en la garganta

10

Quiero que nos manejemos por el trueque
Quiero un sistema en el que pueda vivir

pasando la palabra.

domingo, 30 de noviembre de 2014

La Mierda


La mierda a veces tose para que yo la escuche y me acerque... cuando podría optar otros colores... otros olores...
La mierda me ama, piensa que soy Jesus, yo no soy ese... no. O sea, está bien que me guste dar Amor... pero con la mierda un límite. Límite entre mis Adidas y la mierda... ¡limite! Una separación… y uno separa mierda cuando la pisa y sepa bien usted que en lugar de estar intacta sobre un duro cemento podría estar sobre la madre tierra y ser abono para que nazca una fértil planta... pero sigues tosiendo cada vez más fuerte porque lo único que quieres es Amor. Tu amor debe ser con la Tierra... no con el cemento… y sí, soy flaco pero no estoy en una cruz… yo no soy ese, no.
A veces hago mierda pensando en lo que todavía no he hecho... y me pregunto qué pensaran los perros cuando cagan... Oh! el cagar del pájaro sí que debe ser pleno ya que tiene todo el cielo para su pensamiento... y Olivia, mi gata, qué pensará?
Tampoco es que me moleste vivir con las mierdas-cemento, yo me aguanto… hasta que caiga cagado del cielo un ángel y me rescate.